LA HISTORIA DE PACHAMAMA

CONTADA POR SU AUTOR

Pachamama es el nombre que le coloque a esta acuarela que puede ser una de las mas grandes del mundo, fue mi mayor reto en lo artístico en lo personal, en lo humano y en lo económico.

Desde cuando comencé a desarrollarme profesionalmente con la pintura, tuve el sueño de dibujar una acuarela de grandes proporciones que me permitiera mostrar las bondades y la versatilidad de una técnica pictórica tan bella y con tanto prestigio e historia en nuestro medio, así como en los países del primer mundo, para hacerla más contemporánea, más competitiva, más durable, y rebatir de esa manera la errada concepción de que es facilista y poco durable.

El Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias en su Sala Repúblicana tiene una pared de 12 metros de largo y ahí era donde se exhibiría por primera vez esta obra y cuyo tamaño surgió de la necesidad de abarcarla toda, dimensión que al comienzo parecía inalcanzable y era un desafío enorme para cualquier artista del mundo y en especial de Colombia en donde no se aprecia y se valora la acuarela. Efectivamente el martes 4 de Noviembre del año 2008 se inauguro la exposicion de esta obra cuyo titulo fue: DESCUBIRENDO LA INMENSIDAD DE LA NATURALEZA.

Este proyecto y sueño tuvo muchos tropiezos e inconvenientes que con mucho esfuerzo fueron superados. Entre ellos fue la consecusión del papel porque los fabricantes de Francia, Italia, Estados Unidos, Holanda y Japón sus rollos solo llegan a los 10 metros de largo, y fue tanto el desespero que casi tomo la decisión de pintarla de 10 metros. En una estadía en Nueva York, en el estudio de mi amigo y colega el pintor Darío Ortiz, le comenté estos contratiempos y él se interesó en ayudarme y en una tienda de arte con el número 62 de la Tercera Avenida en Manhattan, hallamos un rollo de papel acuarela de fabricación inglesa de 1,50 metros de ancho x 41 metros de largo, 638 g/m2 y cuyo peso era de 90 kilos de marca Saunders Waterford, nombre que yo desconocía donde su costo fue enorme al igual que su transporte hasta Colombia y curiosamente cuando el rollo llego a Bogotá la Aduana lo incauto porque para ese entonces en nuestro pais existía una ley que prohibia el ingreso de mercancias del exterior con un precio mayor a US$5.000 dolares americanos. Fueron  muchos argumentos y tramites burocraticos, lobbies de oficina en oficina justificando que que era para un proyecto artistico y la multa que pague por ello fue enorme, hasta que el rollo llego a mi estudio con el valor de un carro nuevo de la epoca.

A finales de julio de 2008 dejé lo más querido de mi cosecha -mi familia- e inicié todos los preparativos de mi traslado a Cartagena de Indias; poco después mandé las cosas de mi taller por vía terrestre desde Bogotá, mientras yo hice el recorrido en mi vehículo particular, repleto de los materiales que utilizo para pintar. Mi destino era la calle de las Damas, en el centro histórico de la ciudad, en una casa muy antigua llamada El Bodegón de la Candelaria y el costo del alquiler del espacio de esta casona superaba el promedio de cualquier arrendamiento promedio de la ciudad.

Con el ánimo de aprovechar la luz natural, escogí la entrada al salón principal como espacio ideal para ubicar el bastidor que albergaría el papel de la obra. Este salón tiene cinco puertas de doble ala, cuyo tamaño y diseño me hacían pensar que el propósito era que ingresara al mismo tiempo toda la brisa fresca proveniente del mar para que la luz canicular del Caribe inundara el interior.

A principios de agosto de 2008, en las primeras horas de una calurosa mañana, inicié el diagrama de la obra a lápiz, aferrado a la imaginación de esa selva que siempre me persigue, que está conmigo y aparece sin previo aviso, como un matrimonio eterno e indisoluble que me gobierna y me obliga a mantener el mismo respeto del primer día que vi a la madre tierra a nuestra Pachamama en la selva amazonica de Colombia en mis 15 años de vivencia dentro de ella.

Esta obra se terminó de pintar después de 10 semanas continuas e irrepetibles, así como de muchísimas sesiones de trabajo en arduas jornadas de hasta 15 y 20 horas diarias.

Fueron muchas las angustias económicas, la ansiedad y la presión del tiempo para acabar dentro de los términos fijados, con los medios de comunicación nacionales e internacionales encima, los críticos de arte, la ciudad misma, los incrédulos y los criticones pendientes de los menores detalles y del desarrollo del proyecto, que no contó con la financiación de ningún organismo promotor del arte y la cultura, ni privado ni público del pais, todos miraron para otro lado. Así las cosas, decidí asumir los altísimos costos que demandaba la elaboración de la obra, razón por la cual me tocó aportar hasta el último centavo de mis ahorros, que aun no he recuperado.

Hoy, Pachamama (en lengua quechua significa “Madre Tierra”) es mi mayor orgullo como realizador y creativo aspirando a que sea una obra artística útil como elemento de persuasión visual, puesta al servicio de la educación ecológica de los ciudadanos habitantes del planeta y de las generaciones actuales y futuras, pues, el discurso de crítica social y de educación ecologica debe lograr que entienden la necesidad de salvar y proteger el medio ambiente y con él las selvas tropicales y la Amazonia.

El propósito de una obra de arte con estas características es la búsqueda de los mejores sentimientos de armonía y conexión entre el hombre y la naturaleza, es la busqueda de lo primario, de lo sagrado, que el observador cualquiera que sea, establezca una comunión y un diálogo entre su imaginación y su accionar, que despierte sus sentimientos pacificos amorosos de su origen y esencial de la vida, porque a mi juicio el peor enemigo de las selvas tropicales no son la voracidad de la combinación de factores socioeconómicos o políticos, ni la negligencia de las autoridades ambientales, ni el uso indiscriminado de esta riqueza natural, –fuente maravillosa de vida– ni los avances tecnologicos, sino la indiferencia e ignorancia de los ciudadanos del mundo frente al paisaje natural.